Por encima de mi cabeza solo las cumbres nevadas, ante mi, el horizonte eterno, y bajo mis pies la niebla, espesa, oscura, que enfria y llena de penumbras las tierras bajas del invierno.
Tierra de perdices, de perros, de muestras eternas que apenas rompen el silencio, y de repente, como siempre, un vuelo rasga el viento.
Yo camino y camino y solo espero que las nieblas que surjan del proximo invierno me encuentren como siempre, en los confines del cielo.
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